En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso, se construyó el "Muro de Protección Antifascista" (Antifaschistischer Schutzwall) o "Muro de la vergüenza" (Schandmauer) o "Muro de Berlín". El pueblo berlinés quedó dividido, naciendo así el símbolo material de la Guerra Fría. En este contexto emergieron las novelas vanguardistas de Uwe Johnson (las llamadas antinovelas). La historiografía nos habla sobre este momento a partir de la publicación, el año pasado, de un par de libros importantes. Uno ha sido traducido recientemente por Galaxia Gutenberg: Berlín, 1961, de Frederick Kempe (2011). El otro, que todavía espera traducción, es el de Edith Sheffer Burned bridge (2011).

Pero este recorrido pretende ir más allá de la tensión de la Guerra Fría y la bipolaridad. Durante el periodo de la Guerra Fría las realidades sociales en Alemania fueron bastante cambiantes, por ejemplo la movilidad este-oeste que se demuestra en alguna de las novelas de Julia Franck. Recientes estudios de carácter histórico hablan incluso de tres Alemanias, la RFA, La RDA, y... ¡la República de Berlín! Después de la caída del muro en 1989, los alemanes se hicieron muchas preguntas (muchas de ellas se las hizo el propio canciller Helmut Schmidt en sus memorias Fuera de servicio) y tuvieron que enfrentarse a las nuevas realidades derivadas del tránsito del socialismo real a la economía social de mercado, y luego, a la economía neoliberal. En la Alemania oriental, esto generó especiales traumas -como se ha observado en la nueva dramaturgia alemana de Dirk Laucke o en las novelas de Ingo Schulze. También ha propiciado nuevas respuestas, como por ejemplo, en base a la cuestión de la vivienda en Berlín este -las nuevas experiencias colectivas de habitación.

1961-1989-2012. Alemania sigue tensando Europa, siendo una especie de laboratorio que hay que observar atentamente.