Recorridos

Estrategias para un imperio en declive

Un paseo por los distintos paradigmas estratégicos de los Estados Unidos desde la Posguerra Fría

La descomposición del sistema soviético dio lugar a un escenario internacional incierto que generó distintas orientaciones y soluciones estratégicas por parte de algunos de los intelectuales del imperio estadounidense. Cuando la URSS soltó la cuerda que sujetaba el "doble Leviatán", el gigante norteamericano se encontró con ésta en la mano -y con el desequilibrio que ello conlleva- , y con la oportunidad por primera vez en su historia de modelar a diestro y siniestro la hegemonía planetaria.

Fruto de esta euforia neoliberal, Francis Fukuyama lanzó la proclama del "Fin de la Historia", abogando por una indiscutible fe en el progreso de las sociedades que llevaría a un mundo donde las transacciones, la productividad y el crecimiento capitalista evitarían las desgracias del siglo XX. De alguna manera, esto influyó en la administración Clinton y el programa de enlargement que potenció su Consejero de Seguridad Nacional, Anthony Lake.

Sin embargo, el eufemismo de la "comunidad mundial" y el imperialismo humanitario por el que se movió la administración Clinton en Haití y en Somalia fueron contestados en 1996 por Samuel P. Huntington en su famoso Clash of Civilizations, un nuevo paradigma cultural que focalizaba en la disputa "civilizacional" la nueva reconfiguración del orden mundial. De un modo u otro, esto ayudaría a generar un consenso o aceptación entre las élites de la política exterior estadounidense, y un clima de falsa conciencia generalizada de comprensión de los ataques del 11-S.

La necesidad de liderar el proyecto hegemónico universal, sin embargo, generó nuevas concepciones geopolíticas herederas del realismo de Kissinger y de un "sistema universal cerrado" similar al que planteó Halford J. Mackinder en 1904 para un Imperio Británico en declive. Un imperio marítimo, como el estadounidense, que focalizó sus preocupaciones en la necesidad de evitar el resurgimiento de una potencia de gran magnitud en el continente euroasiático. A esta concepción responde la solución de carácter estratégico y militar que planteó Zbigniew Brzezinski en 1997 conocida como "El Gran Tablero Mundial".

Tras la determinación de la administración Bush de invadir Afganistán e Irak, el mundo globalizado es consciente del declive imperial estadounidense -o como mínimo de la forma en que éste proyecta su imagen en el mundo-, de ahí la necesidad de liderar el proyecto "democrático" por otros medios más "blandos", en relación con un sistema multipolar de equilibrio de potencias similiar al que se estableció en Westfalia en 1648.

Lo que se propone en este recorrido es una serie de lecturas que invitan a la reflexión de las estrategias de un imperialismo desgastado y a una nueva concepción de las relaciones internacionales desde la perspectiva de aquellos que quieren prolongar la agonía de soportar la hegemonía mundial.