Recorridos

Palabras de pólvora

Los libros del narcotráfico

El drama del narcotráfico es algo que parece irremediable, o casi. Como una espada de Damocles constante sobre los habitantes de determinadas zona de según qué países de Latinoamérica. Y aunque históricamente los cárteles de Colombia, con el narcotraficante Pablo Escobar como mayor exponente, fue el predominante, -convirtiéndose durante la década de los 80 y principios de los 90 en el país con tasas más altas del planeta en términos expropiatorios-, poco a poco se fue desarrollando un cártel magmático en México, producto de la vía de expansión de la droga colombiana hacia Estados Unidos.

Así pues, hoy en día en México hay varios grupos que tejen la compleja red del narcotráfico, y que puebla las zonas más rurales del país de caos y corrupción: luchas entre cárteles rivales, enemistad irreconciliable entre el gobierno y el narcotráfico, grupos policiales especializados en la lucha antidroga pero corruptos a su vez... La brutalidad y la crudeza con la que actuan los narcos es temible. No hay reparos en torturar, asesinar y vengarse a toda costa por apoderarse de según qué zonas y limpiar honores. Lo ideal sería que existieran sólo estos libros, que todo fuera una invención. Pero ahí está la realidad, para hacer inventario del infierno.

La publicación en la colección Roja y Negra de Mondadori de la novela de Don Winslow El poder del perro -de la cual James Ellroy dice ser "la primera gran novela sobre la droga desde que se publicó Dog Soldiers, hace treinta años. Es aterradora y triste, de una intensidad magníficamente sostenida. Es una hermosa visión en miniatura del infierno, con toda la locura moral que lo acompaña"-, algo así como una novela coral y épica, a lo El Padrino, supone la incursión en el thriller más puramente policiaco del tema, aunque ya antes había varios títulos en las estanterías: el clásico -y lírico- La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, la incursión de García Márquez en el tema, con su Noticia de un secuestro; la reciente Balas de plata de élmer Mendoza, los Minutos del silencio de Martín Solares. Cúbranse las espaldas mientras lean. Vigilen cada paso que dén. Las palabras, aquí, son de pólvora.