El mérito de El ser salvaje y el significante estriba en haber respondido a la necesidad de articular fenomenología y psicoanálisis en orden a una comprensión más profunda de los fenómenos psicopatológicos. La obra combate magistralmente los efectos terapéuticamente deletéreos de toda unilateralidad: la de un psicoanálisis desenraizado que viera en el “significante” la clave de todo, como también la de una fenomenología onmipotente que pretendiera canjearlo todo en términos de experiencia y sentido. Al articular ambas vertientes la autora va trazando la vía, sutil y rigurosa, de un “nuevo realismo”, en denodada polémica con los excesos –terapéuticos, filosóficos– de la posmodernidad. El presente libro representa también una introducción vivaz y concreta a los aspectos fundamentales de la antropología fenomenológica de Marc Richir y –me atrevería a decir– a la práctica de la fenomenología en general, toda vez que las psicopatologías constituyen un extraordinario revelador de las estructuras más profundas, a menudo inadvertidas, del sujeto humano en su nuda existencia.