Pablo Gargallo (1881-1934) aparece en casi todos los recuentos de la historia de la escultura moderna. Sin embargo su figura puede resultar difusa, incluso contradictoria. Dependiendo de la fuente que consultemos, veremos el nombre de Gargallo en el contexto de la experimentación espacial del cubismo o en el de un nuevo clasicismo moderno que, a su vez, puede entenderse tanto desde la perspectiva del noucentisme catalán como desde la del retorno al orden que se produce en el arte francés. También se invoca el nombre de Gargallo en relación con la utilización de materiales anteriormente considerados extra-artísticos, como el plomo y el hierro. En este caso suele aparecer como un pionero después sobrepasado por otros. A menudo se recuerda su relación con el simbolismo, con el modernismo catalán del cambio de siglo o con el movimiento decó del París de los años veinte, para aludir a un decorativismo que podría entenderse como sinónimo de complacencia esteticista, en sintonía con las tendencias de su tiempo.