El presente libro es absolutamente singular en cuanto a su objetivo y a la metodología utilizada. Ello no se debe a que aquí se plantea una historia de la pintura en Occidente a lo largo de siete siglos —«de Giotto a Bruce Nauman», como reza el subtítulo—, ni tampoco a las ensoñaciones que pueda despertar su título —«Invisualidad de la pintura»—, a priori escurridizo e insostenible; en esta obra se desentraña la aparente inconmensurabilidad de ambos planteamientos: el de la historia de un arte visual y el de la invisualidad del mismo. Para ello, el autor inscribe la historia de la pintura en la historia general de las ideas en Occidente, en lo que resulta ser un fértil camino que, al recorrerse, alumbra la aseveración, de que «la pintura es invisual». En estos dos volúmenes se dan cita artistas y autores de numerosas disciplinas, se evocan perspectivas y aspectos de dominios muy dispares, y con todos ellos se construye paso a paso un dispositivo epistémico que permite evaluar la verdad latente en el mundo y la invisualidad latente en la pintura, dos entidades que el autor va contrastando y descifrando en paralelo a lo largo de este libro colosal que indaga en los límites de la visión y los espacios misteriosos y subjetivos que la sensación visual abre a la percepción, y esta, a su vez, al entendimiento de la obra de arte.