Borgo Vecchio, el barrio de Palermo en el que se desarrolla esta novela, está formado por un puñado de calles, pero contiene todo su carácter, oscuridad, violencia y belleza; los vicios y las virtudes de la gente pobre. En este entorno geográfico y moral viven Mimmo y Cristofaro, amigos fraternales, compañeros y cómplices; Carmela la prostituta y Celeste, su hija, que lleva el color del perdón en su nombre; Totò el ratero y su legendaria pistola guardada en el calcetín, objeto de admiración de todos los niños… Cruel y tierna como una fábula, el tono poético del narrador devuelve a esa cotidianidad marginal la fuerza sorprendente de los cuentos de hadas. Todo parece fruto de la imaginación en esta historia, sin embargo, en su lenguaje, su ritmo y sus pulsiones humanas predomina la verdad...