Nauru es el ejemplo extremo de los resultados de la insostenibilidad debida al despilfarro. Durante las décadas de 1980 y 1990 era uno de los países con el PIB más alto del mundo debido a la explotación del fosfato. Las enormes cantidades de dinero que llegaron sirvieron para que sus habitantes adoptaran formas de consumo desvariadas que acabaron por fulminar sus ingresos cuando desapareció el fosfato. Hoy en día es poco más que una colonia económica australiana a la que envían a los refugiados expulsados del país.