Desde el hospital donde pasa sus últimos días postrada en una cama, Benedetta Toso quiere hablar con Brunetti de un asunto que teme llevarse consigo a la tumba. Débil y al borde de la muerte, la mujer apenas tiene momentos de lucidez pero consigue esbozar algunas frases que indican que su marido, Vittorio Fadalto, pudo haber sido asesinado. «Lo mataron. Dinero sucio», cuenta al comisario. Antes de poder obtener más información, la mujer expira su último aliento. ¿A qué dinero ilegal se refería? ¿A quiénes acusa de haber matado a su marido? Apenas un fino hilo del que tirar acaba convirtiéndose en una investigación que llevará al comisario hasta la empresa privada encargada de vigilar la calidad del agua en Venecia. Allí, Brunetti se enfrentará a un caso de contaminación que podría tener consecuencias catastróficas para la salud de los venecianos.