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El eros, tal como lo formuló Platón a su Banquete, consiste en una fuerza daimònica capaz de elevar nuestra alma a través de la belleza. Porque es la belleza sensible del mundo aquello que incita el alma a ascender pero, al mismo tiempo, también es esta belleza matérica aquello que el alma deja atrás en su viaje cósmico. El deseo, pues, ya contiene en su planteamiento inicial un elemento contradictorio: aquello deseado siempre es atravesado, siempre acaba aconteciendo medio y no fin. Mientras la filosofía hará de este deseo su motor y tratará tanto de comprenderlo como de dominarlo, la poesía explorará la dulzura y la amargura propias de este anhelar. Os dejamos una selección de poetas que a lo largo de la historia no solo se han situado en esta compleja posición sino que además lo han llevado hasta la evidencia, tematizándola.