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El Tesoro del Cisne Negro es un cuento nacido de un hecho real y, como en todo cuento, no todo es verdad, pero tampoco todo es mentira. No es mentira que en el año 2007 una empresa americana encontrara los restos de un barco hundido en el Atlántico en algún momento del siglo XIX. Tampoco es mentira que aquel no era un barco cualquiera.

Quizá si en sus ahogados escombros sólo hubiera madera podrida y algún que otro cráneo medio conservado, de los más de 200 que ese barco hundió, nadie hubiera levantado la ceja ni para reprobar el hallazgo. Miento, quizá un par de arqueólogos y algún fan de las batallas navales se hubieran interesado por el descubrimiento, pero poco hubiera trascendido para el mundo que se encontraran los restos mugrientos y destrozados de uno de los miles de pecios que todavía esconde el océano, pero como hemos dicho antes, este no era un barco cualquiera. Escondía uno de los mayores tesoros desaparecidos de la historia. Y ahora es cuando esto se pone interesante para todos.

Paco Roca al lápiz y al pincel nos dibuja esta historia que guioniza Guillermo Corral, escritor y diplomático testigo directo de este hecho. Nos cuentan la historia de un naufragio y la de un saqueo. Un saqueo a tres bandas lleno de batallas legales e intereses gubernamentales en el que es difícil distinguir cuál es el bando de los buenos, si es que eso existe. Y todo ello contado desde los ojos de unos colgados a los que les importaba más lo que el pecio tenía por contar, que el tesoro que guardaba.