Nuestras recomendaciones y propuestas

«Lo que quería decir es que hay muchas razones para llorar, pero se tiene que llorar bien», explica la narradora de este cuento cuando, al intentar animar una lombriz triste, consigue lo contrario y se echa a llorar. Así empieza un viaje a través de lo que se puede hacer con las lágrimas: crear ríos, regar los campos, apagar fuegos, hervir pasta o incluso limpiar el suelo. ¿Vosotros sabíais que si las ranas no lloraran explotarían? Porque si guardas dentro una cosa durante mucho tiempo se acaba echando a perder. Pasa como con la comida dentro de la nevera, ¿sabéis? En el frigorífico podemos guardar muchísimas cosas, pero no las podemos dejar allí para siempre jamás porque se pudren y entonces huelen mal y al resto de la comida no le gusta y también se pone mal. Pues nosotros somos como el frigorífico, tenemos que ir sacando lo que llevamos dentro de para que no caduque. Y ¿sabéis cómo se hace? Exacto, como lo hacen las ranas: llorando.

Takatuka nos trae Si lloras como una fuente, una oda a las lloronas, una ventanilla abierta a estar triste, o melancólico, o enfadado y un canto a llorar para librarnos de estos sentimientos no porque sean negativos, sino porque todo tiene que pasar. ¿Os imagináis que viéramos a alguien muy contento que se echa a reír y nos extrañáramos de ello? No, ¿verdad? Pues si alguien rompe a llorar tampoco tendría que pasar, porque todo el mundo llora, incluso las estrellas, y llorar está igual de bien que reír, siempre y cuando, como ilustra Noemi Vola, lo sepamos hacer bien.