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Temàtica
H. D. Thoreau compleix... 200 anys!
Celebrem el bicentenari amb molts llibres
Per Autor convidat
8.5.2017
Inconformista con la sociedad en la que le tocó vivir, siempre trató de huir de toda deuda -ya fuera ésta con el dinero, el trabajo o la familia- y se dedicó al estudio y a la conformación de una exigente ética como planteamiento necesario para una vida libre y con principios.
Una vida, por otra parte, que no podría validarse más que desde su dimensión más práctica: de nada valen los principios si estos no nacen y se afirman en el conjunto de prácticas y de experiencias vividas. De hecho, si tuviéramos que remarcar uno de los aspectos cruciales del pensamiento de Thoreau sería, antes que cualquier otro, esa facilidad con la que nos presenta a la vida como un campo de experimentación, en el que la pregunta "¿por qué no?" vale más que cualquier miedo o impotencia.
Así, leer a Thoreau nos expone a un virtuosismo ético y a una coherencia radical entre lo que se piensa y lo que se hace. La filosofía, en consecuencia, ya no es (o no solo) un conjunto sistemático de teorías que se puedan componer y consolidar en la sociedad de salones y fiestas burguesas, sino que se trata de un quehacer laborioso y artesanal, el trabajo propio del pescador que teje su red o del alpinista que prepara su cuerpo para la Gran Montaña. La filosofía es algo que se vive y que solo la vida, desde su dimensión más práctica, puede validar como verdadero. De alguna forma, la verdad filosófica de Thoreau -tan relacionada con el pragmatismo norteamericano- nace del conjunto de haceres que viven en armonía con el pensamiento ético que se promulga.
De este modo, más que hacer un elogio general de la vida en el campo o de "lo rural", Thoreau nos grita a la cara la necesidad y el deber de cambiar nuestras vidas, pero como a cada una de ellas le sea más conveniente y sin renunciar jamás a la capacidad de experimentar, haciendo estallar el marco de posibles éticos en el que el sentido común las encierra.