Este libro es un regalo. Sus páginas cuentan que la vida te poder ir arrancando pedazos, o todo, si te dejas. La alternativa es enfrentar al miedo, y sentir que la vida te paga bien esa ausencia de miedo. «Escribir esto es un gran esfuerzo, pero también creo que aburrirse es un gran pecado, por eso hago el esfuerzo. Y por eso escribo. Por eso leo. Como leo tanto estoy un poco confusa. No solo mezclo libros, sino que a veces no sé si he sido yo la que ha vivido esas historias. De alguna manera sí las vivo, sentada en mi jardín. Visto así, mi vida puede parecer una condena, pero en verdad no lo es. Y yo siempre tengo a Malte. También tengo una enfermedad. Pero no soy una enferma». Malte vive en mi jardín es una celebración de la vida. Un diario que anota con valentía las pérdidas visibles y las invisibles. Un relato del dolor que puede transformarse en amor, en conocimiento y en aprendizaje. Y es también una elección, una forma de estar en el mundo que rescata lo mejor del ser humano: la alegría pese a todo. La generosidad de decir siempre SÍ, cueste lo que cueste. Pilar Orlando dibuja el mundo desde su jardín. Un jardín en el que descansan los pedazos de vida que nos faltan. Y los agujeros del amor.