Medio siglo después de su aparición en el panorama musical norteamericano, la figura de Joh Cage sigue siendo una de las más discutidas y polémicas de la música de nuestro siglo. Y ello, pese a que ya nadie le escatima un puesto importantísimo en la historia de la cultura contemporánea, ni le niega su evidente influencia sobre decenas y decenas de compositores en todo el mundo. Cage es mucho más que un músico. O, incluso, a lo mejor no es un músico. El mismo se ha cuestionado muchas veces estas disyuntivas. Muchos especialistas opinan que en Cage, su música es lo de menos, que lo importante es el gesto que hay detrás de cada obra, el guiño, la sonrisa insultante, el escepticismo decepcionado de un creador que lo cuestiona absolutamente todo. Pero, a lo mejor, no es cierto.