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Subvertir el mapa. El artista como cartógrafo

Un mapa nos dice: "Léeme con cuidado, sígueme de cerca y no dudes de mí." Y continúa: "Soy la tierra en la palma de tu mano. Sin mí, estás solo y perdido." Beryl Markham, Al oeste con la noche, 1942

Contra esta noción del mapa como forma objetiva de conocimiento, algunos autores, como J.B. Harley o J.H. Andrews, han puesto en evidencia, desde la propia disciplina de la geografía o la historia de la cartografía, el carácter textual y por lo tanto retórico de los mismos. Tendemos a aceptar como verdad algo que no es más que un sistema de representación perfectamente codificado, que se nos presenta con el halo indiscutible de lo científico. Los mapas se hacen desde y para el poder y como tales fueron instrumentos indispensables de Occidente en su afán de imponer esa visión única y totalizadora propia del proyecto ilustrado.

Desde ese "Mapa del mundo en la época de los surrealistas" (Variétés, 1929) o esa América invertida aparecida en la "La Escuela del Sur" (1935) de Joaquín Torres García donde "nuestro norte es el sur", subvertir el mapa ha sido una de las estrategias más utilizadas por artistas de todas las geografías como manera de poner en cuestión este sistema de representación visual y, por extensión, la representación en sí misma.

Muchos artistas contemporáneos utilizan también la metáfora del mapa como forma de ordenar, de traducir, de representar, de mapear en definitiva una realidad cada vez más compleja y fragmentaria. Mapas físicos, mapas mentales, mapas performativos o mapas emocionales, son algunas de las estrategias con las que artistas como Marcel Broodthaers, Robert Smithson, Vik Muniz, Alighiero e Boetti, León Ferrari, Art&Language, Guillermo Kuitca o Alfredo Jaar, entre muchos otros, tratan de cartografiar un mundo, unos mundos, cada vez más complejos de representar.