Recorridos

¿Todas las cartas de amor son ridículas?

Misivas de antes del tweet

El big bang digital rompió algún argumento. El destinatario no tiene ni cara ni piel. Normalmente no responde. El sello es de fibra óptica. Las cartas son ahora reliquias, un género obsoleto y hasta cierto punto recreativo con el que calcular las cualidades literarias de un autor con vocación de clásico.

"Una carta es una forma de comunicación fuera de este mundo, menos perfecta que el sueño, pero sujeta a sus mismas leyes. Ni la carta ni el sueño se dan por encargo: se sueña y se escribe no cuando nosotros queremos, sino cuando ellos quieren: la carta ser escrita y el sueño ser soñado." Con estas palabras definia Marina Tsvietáieva la sensación que transmite el arte de la misiva.

De las cartas de amistad entre autores (como las que se mandaron Henry James y Robert Louis Stevenson, o los poetas catalanes Miquel Martí i Pol i Joan Vinyoli o Yukio Mishima y Yasunari Kawabata) a las que se mandaron los amantes (cartas de amor y desamor que han servido de argumento para las mejores historia de amor... y de desamor), pasando por las misivas de los hijos a sus padres y viceversa, he aquí una selección de este placer que Truman Capote definió como fugaz.

Pero eso fue porque el autor de A sangre fría todavía no conocía el twitter...