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Kassel y artistas sin obra

Sobre la última novela de Vila-Matas y otras lecturas complementarias

05.05.2014
¿Qué podemos añadir a todo lo que se ha escrito sobre la última edición de la dOCUMENTA de Kassel? ¿Cuántas líneas podemos llenar sin acudir por enésima vez los mismos espacios, eventos y propuestas artísticas que dibujan el mapa de una edición tan trillada? (Allí queda ese majestuoso galgo de Pierre Huygue y su pata rosada, un clásico instantáneo).
 
Aclamada de forma unánime, y explicada del derecho y del revés, sin duda la decimotercera edición de esta exposición que se celebra cada cinco años a orillas del río Fulda, constituye una de las más memorables y estimulantes hazañas recientes del arte. Kassel no invita a la lógica comienza con una proposición del equipo de curadores como mínimo extravagante, a la altura de las circunstancias: Vila-Matas deberá trasladar su espacio de trabajo al restaurante Dschingis Kahn donde, diariamente y al largo de una semana, recibirá la visita de aquellas personas que deseen acercarse hasta allí para conversar o curiosear. El restaurante chino se transforma así en un estudio improvisado, un espacio satélite que sirve de pretexto al autor para construir un relato sobre los momentos de alto voltaje que rodean todo proceso de creación, y sobre el intrincado juego de seducción y engaño que acompaña la escritura y el arte. Las palabras de Chus Martínez -«el arte hace, y ahí te las compongas»-, aparecen como un ritornello que guía al autor en este azaroso proceso, y en ellas reside quizás la pista principal para interpretar este paseo lleno de equívocos e incertidumbre. Estas palabras esconden también la convicción de que el arte exige una voluntad de conocimiento, implicación y compromiso, la certeza de que hoy más que nunca aquél reniega de nuestra actitud demasiado pasiva y complaciente, retiniana.
 
A mediados de los noventa Jean-Yves Jouannais publicó una breve antología de artistas que justamente se negaron a hacer, a ceder ante la tiranía de una lógica productiva que tiene mucho industrial. Artistas sin obra se presenta como una lectura complementaria, un ensayo estructurado alrededor de aquellos que decidieron trascender el simple artefacto, que entendieron el arte no como una «producción», sino como una actitud y una forma de componer el mundo.
 
A Kassel Vila-Matas visita de manera repetida la instalación This Variation, de Tino Sehgal: una habitación a oscuras en que uno tiene que abandonar a merced de las presencias humanas que la habitan. Vila-Matas nos invita a compartir algunos de estos gestos artísticos, a veces casi invisibles -deberíamos decir «corrientes de aire»?- que hoy sólo pueden hacer del arte un espacio de tácito consenso o radical disensión.
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