Recorridos

Cine de explotación

La cara B de Hollywood

Calamares gigantes, imitadores de Bruce Lee, sangre -mucha-, zombies, psicópatas, y hasta monjas. Todo tiene cabida aquí, en el cine de explotación. Las exploits son películas que recogen distintas corrientes estéticas: desde lo kitsch (imitaciones burdas de películas de éxito, como las Bruceploitation), hasta lo camp (la banalidad y el mal gusto propios de John Waters) o lo trash. Un espacio donde desarrollar las peores perversiones y fantasías dei imaginario colectivo. La operación es sencilla: escoger un elemento diferencial, algo que nos relacione con un género concreto, y explotarlo hasta el máximo. No es necesario tener mucho presupuesto. Ni buen gusto. De hecho, cuanto menores sean ambas cosas, mejor.
El cine de explotación se inicia a partir de los 50, recogiendo el relevo del llamado cine trash (representado por el gran Jacques Tourneur). Después vienen muchos años en la sombra, un fuera de campo que conforma un catálogo bizarro de la historia del cine. Se ramifica en mil subgéneros: el Sexploitation (sexo), el Blaxploitation (cultura afroamericana), el Pinku eiga (erótico japonés), el Dwarfsploitation (enanos), el Giallo (terror italiano),... Y algunas de sus películas van adquiriendo, lentamente, un halo de culto, reivindicadas por pequeñas comunidades de fanáticos. De entre ellos, directores como Tarantino o Tim Burton, que a partir de los 90 situarán a estas películas en el epicentro de la mirada cinéfila. De allí a la proliferación de estudios ya sólo hay un pequeño paso.

Bienvenidos seáis a vuestra peor pesadilla.
O -quien sabe- vuestra mejor fantasía.