Recorridos

Prosas experimentales

Sea voluntaria o involuntariamente, hay una serie de creaciones literarias que llevan consigo el adjectivo de experimentales. Algunas de ellas, pasados los años, observando la evolución de ciertas ramas de la literatura universal, podrían rebelarse contra este designio, pero sea para bien o para mal, todas ellas lo son de un modo u otro.

El riesgo narrativo es cosa delicada. Si se usa del modo adecuado, puede llevar a las obras a hacerse entender de una nueva manera, aportano interpretaciones que de otros modos quedarían excesivamente veladas. Para contrarrestar los excesos -pretendidamente- experimentales que hoy en día pueblan según qué líneas literarias, queremos destacar ejemplos que han trascendido la etiqueta para erigirse en grandes obras. Con clara autoconciencia -como en el caso de Georges Perec, que escribió el año 1969 una novela, La disparition, en la que no aparecía ni una sola vez la vocal más usada en francés, la letra e- o de modo lógico dentro del propio corpus literario del autor -como Faulkner en la mítica El ruido y la furia o el Ulises de Joyce-, de modo total -la Rayuela de Cortázar es casi una síntesis de toda su obra, voluntariamente experimental pero con sutileza y esfuerzo narrativo. Maneras variadas de bailarle a la experimentación.

Quizás llegado el verano sea el momento de hacer prospección intelectual inusual, nueva, y plantearse la posibilidad de enfrontarse a nuevas experiencias lectoras.