Recorridos

Antoni Tàpies i Puig

"El cosmos somos usted, yo, esta mesa, el cuadro..."

Barcelona, 13 de diciembre de 1923 - Barcelona, 6 de febrero de 2012

Y a esos vínculos invisibles, Tàpies les dio forma. En sus más de 8.300 obras catalogadas, el artista barcelonés exploró el origen de lo que somos, inscribiendo en la materia el proceso de la nada al ser y buscando y marcando este último estadio siempre en relación con el anterior. Artista fundamental del arte del siglo XX, fue uno de los máximos exponentes de la pintura matérica. Usando materiales y objetos cotidianos de todo tipo, perforó con hendiduras, signos y rayas, su búsqueda, plasmando la trascendencia de lo material. La escultura y la profusa obra gráfica de Tàpies recogen también los símbolos del personal lenguaje iconográfico que el artista desarrolló.

Nacido en el seno de una familia catalanista y liberal, a los dieciocho años sufrió una tisis, durante la convalecencia de la cual se interesó por la literatura, la música, la filosofía, y el arte. La condición autodidacta y vocacional defineron el itinerario de Tàpies: compaginó los estudios de derecho con la pintura hasta que el año 1946 abandonó la universidad y decidió pintar a tiempo completo, pasando fugazmente por la academia de Nolasc Valls. El año 1948 fundó el decisivo grupo artístico Dau al Set, inspirado por el surrealismo y el dadaísmo, junto con Joan Brossa, Modest Cuixart, Joan-Josep Tharrats y Juan Eduardo Cirlot. Y ese mismo año expuso por primera vez su obra en el I Salón de Octubre de Barcelona. El 1949 participó en la exposición 'Un aspecto de la joven pintura catalana', del Instituto Francés de Barcelona, donde lo vio Eugeni d'Ors, que lo invitó al VII Salón de los Once, en Madrid (1950). Ese mismo año, becado por el Instituto Francés, justamente, viajó a París, donde conoció a Picasso, y consiguió exponer en el concurso internacional Carnegie de Pittsburgh. Desde entonces, su internacionalización fue imparable, como imparable fue su proceso de búsqueda constante.

En los años 1970 su obra adquirió un mayor tinte político, de reivindicación catalanista y de oposición al régimen franquista, generalmente con palabras y signos sobre los cuadros, como las cuatro barras de la bandera catalana (El espíritu catalán, 1971). Ese activismo le llevó igualmente a acciones como el encierro del convento de los Capuchinos de Sarrià para constituir un sindicato democrático de estudiantes (1966) o la marcha a Montserrat en protesta por el proceso de Burgos (1970), por la que fue encarcelado durante un corto espacio de tiempo. Su carrera artística ha sido objeto de varias distinciones, como por ejemplo la Fundación Wolf de las Artes (1981), la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña (1983), o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990). Aquel mismo año, el 1990, abría las puertas la Fundación Antoni Tàpies, que contiene fondo de su propia obra y trabaja en pro del arte contemporáneo, explorando nuevas vías de desarrollo artístico.

En paralelo a la obra pictórica que le ha convertido en el indiscutible referente mundial que es, Tàpies desarrolló una aventura de casi cinco décadas de reflexión escrita entorno al arte, textos que arrancaban en un clima de hostilidad contra el arte moderno propiciado por el franquismo y que llega hasta nuestros días. Durante este amplio período, el artista reflexionó alrededor de cuestiones como el vanguardismo, la colectividad, el vacío, el papel del artista ante la política, los derechos humanos, el tatuaje, la piel, la mística o el humor. Una actividad intelectual casi insólita en el contexto cultural español que le acerca a otros artistas de la talla de Cézanne, Paul Klee, Giacometti o Rothko.

Polvo de mármol eterno.