La movilización de la intelectualidad francesa, liderada por la Nouvelle Vague, para evitar el cese de Henri Langlois como director de la Cinémathèque marcó un hito en la historia del cine. Desde el famoso affaire Langlois nadie puede cuestionar la importancia de las filmotecas en el desarrollo cultural de un país. Ellas son las encargadas de recoger, restaurar, conservar y exhibir el material fílmico, haciendo especial hincapié en la promoción aquel cine de los márgenes; el que, bien por antiguo, bien por excepcional, queda en un fuera de campo del circuito convencional. Escuela y refugio de los cinéfilos, estas instituciones se alzan hoy como especialmente necesarias para legitimar y construir una historia del cine que parece difuminarse en el cada vez más confuso panorama audiovisual.

La inminente inauguración del nuevo edificio de la Filmoteca de Catalunya es la excusa perfecta para ofrecer nuestro pequeño homenaje, en forma de paseo bibliográfico, a estos templos del cine. Además nos sirve para despedirnos (no sin nostalgia) de la mítica sala Aquitania, sede de la Filmoteca de Catalunya durante 20 años y decorado de numerosas e intensas sesiones donde descubrimos, junto a tantos otros, la magia del cine.