Los propios hábitos y dinámicas del sistema capitalista han contribuido a generar una nueva representación del ocio entre las "clases medias" y "subalternas" (eufemismo, ambos términos, de clase productora) que guarda bien poca similitud con el practicado por ciertos sectores que viven de renta (el eufemismo en este caso sería el de "clase ociosa").

Las concepciones herederas del turismo de masas, que han condicionado incluso nuestra propia idea de "viaje", y que se encuentran en las lecturas que aquí proponemos, apuntan a diferentes respuestas que ayudan a concebir el envoltorio del enésimo producto de consumo de la sociedad postmoderna: el viaje en el siglo XXI.

Desde un punto de vista antropológico, los libros de Augé nos muestran varios elementos interesantes. Destacamos aquí un interesantísimo libro acerca del turismo de imágenes, de fotografías, aquella forma de reproducción "benjaminiana" que nos sorprendía no hace tanto viendo a los japoneses en la Sagrada Familia.

De un modo u otro, nuestras experiencias como turistas se incluyen muchas veces en rituales que responden a una lógica colectiva, y que conducen generalmente a la insatisfacción final. Esto liga bastante con el concepto de "sociedad líquida" teorizado por Z. Bauman o G. Lipovetsky. Somos consumidores de viajes que, adaptados a la cultura "low cost" (de vuelos Ryanair, por ejemplo), siguen dándonos cierto "status" social. Y más en una sociedad postmoderna. ¿Quién se atrevería a decir hoy que no ha salido de su país?