Felipe González representó durante la Transición española el deseo de cambio que la sociedad española había manifestado tras la muerte del dictador. Desde las primeras elecciones democráticas consiguió el respaldo de una mayoría de españoles que buscaban en su proyecto las respuestas a sus problemas y la plasmación de sus deseos de una vida mejor. Este proyecto de futuro, su sociedad imaginada, se basó en tres objetivos: la democratización, la modernización y la europeización de España. El éxito de su liderazgo no puede entenderse sin sus habilidades comunicativas, que le sirvieron para convencer a la mayoría de los españoles y ser elegido por mayoría absoluta en las elecciones de 1982. Este triunfo posibilitó la puesta en marcha de su proyecto para España, repitiendo mayorías, eso sí, disminuyendo progresivamente su apoyo. Y es que los problemas a los que tuvo que enfrentarse dificultó el cumplimiento de su proyecto de futuro. Con todo, Felipe González fue protagonista de la transformación de España, de tal forma que cuando salió del Gobierno, alcanzó su objetivo de construir un país democrático, moderno y europeo.