Les nostres recomanacions i propostes

¿1939? ¿1945? ¿1966? ¿1969? ¿19…? ¿O mejor 20…? La fecha de caducidad del surrealismo es tan inaprensible como su propia naturaleza que ninguna definición reductora sabría disecar, y se alarga en el tiempo como su influencia en el pensamiento, la sensibilidad y la vida cotidiana, o la irradiación espacial que ignora fronteras políticas y atavismos culturales, y desde París, Bruselas, Praga, Tenerife, Bucarest, Belgrado o Londres llega a Japón, Chile, Martinica, EE.UU., Egipto, Irak o Brasil.
 
Y así ni el comienzo ni el final de la II Guerra mundial, ni la muerte de André Breton, ni el intento fallido de disolución del grupo surrealista de París, puede certificar el final de un movimiento que mientras tanto ha sabido echar raíces en otras latitudes tan inesperadas como fértiles, sea el Chicago contracultural de la década prodigiosa, los insurrectos países árabes de los años 70, el Buenos Aires atormentado por la dictadura militar al empezar los 80, o la convulsa Turquía actual. Y en todas ellas manteniendo las invariantes del amor, la poesía y la libertad, a la vez que experimentando las nuevas formas y métodos por las que respira lo maravilloso y se rearman los imaginarios en pos de su descolonización. 
 
Conviene por tanto prestar siquiera una somera atención a estas publicaciones y libros que, desde muy distintos ángulos y temáticas, abordan la presencia actual del surrealismo y su contribución a la crítica de la dominación y al reencantamiento del mundo. Algunos son el testimonio de la actividad de grupos e individualidades declaradamente surrealistas, otros surgen de la investigación académica más renovadora, pero todos tienen un punto en común: reflejar y ofrecer una penúltima instantánea, en todo o en parte, del devenir revolucionario del surrealismo en nuestro presente. En la clandestinidad mediática o bajo los focos como cuando algún nombre inocultable como Jan Svankmayer o Jacques Abeille sale por fin a la palestra, mediante la teoría crítica de la tecnología, el Estado y la economía, y con la acción práctica en las barricadas de Atenas, los muelles de Oakland, las plazas de Madrid. Viviendo siempre los sueños y juegos que revitalizarán la imaginación, y vertiéndose todavía en el río revuelto de la cultura popular y sus sobresaltos más visionarios. Defendiendo el amor contra la prostitución, el materialismo poético contra la realidad virtual, el inconsciente contra la racionalización, la magia cotidiana contra el ocio programado, el deseo contra la publicidad, el objeto contra la mercancía, y reinventando el fastuoso ceremonial del erotismo subterráneo. Entrando en la ciudad para perderse en ella saliendo de la civilización por el camino salvaje que lleva a la exterioridad. Y operando sobre el lenguaje cautivo la crisis de su emancipación para que enuncie la verdadera vida.